BUENOS AIRES, Argentina – Busca revancha después de un año que, pese a lo desgraciado que resultó, le dejó varias enseñanzas y le permitió observar situaciones desde una perspectiva distinta a la habitual. Javier Morales tiene en claro que esta no será una temporada más, no sólo porque espera que sea radicalmente adversa a la última, sino porque en diciembre fenece su vínculo contractual con Real Salt Lake.
“Yo te hablo por mí, pero me imagino que mis compañeros deben pensar lo mismo: queremos revancha. Dios quiera que podamos estar al cien por cien y competir desde la igualdad, de estar todos disponibles porque el último año fue muy accidentado”, fue el primer deseo de Morales para este 2012 desde Buenos Aires, donde dialogó junto a FutbolMLS.com antes de partir hacia los Estados Unidos.
Morales cuenta que se practicó una nueva operación tras aquella primera, a raíz de la doble fractura con dislocación de hueso en su tobillo izquierdo, que lo dejó fuera durante gran parte de la temporada pasada. “Al lado de la anterior esta es nada. Solamente fue para limar una calcificación en el talón”, dijo Morales sonriente.
De aquel tortuoso incidente con su compatriota Marcos Mondaini, de Chivas USA, el volante de 31 años admite haber recogido una profunda lección: “A veces uno no disfruta de lo mínimo y se queja por no hacer un gol, de la derrota, o de estar cansado y no querer entrenar, pero la sensación de pensar en no volver a jugar hace que hoy vaya a disfrutar de cada instante. Tengo que estar agradecido de volver a jugar al fútbol y poder disfrutar muchos años más de esto”.
Mientras se ocupa de desparramar su gratitud como balones hacia la gente de Utah, Real Salt Lake y a su familia por el apoyo incondicional, Javi se refirió al difícil presente del fútbol argentino.
“Tiene su pro y contra. Quizá tenés mucha desorganización; a los barrabravas que son parte de clubes; cosas que ocurren que son inexplicables; pero después tenés la pasión con que se vive y la posibilidad que yo tendría de estar cerca de mi familia”, analizó Morales. Y luego agregó: “No me espantan los problemas que hay porque no sólo son del fútbol, sino de la sociedad argentina. Nunca voy a olvidar mis orígenes, yo nací y viví acá durante 26 años”.
Poniendo lo anterior en la balanza, el crédito del barrio Lomas de Zamora dice estar muy feliz en el conjunto monarca, donde se encamina a cumplir su quinta temporada. “Para un futbolista es muy lindo jugar donde se siente importante y querido, y yo en Salt Lake me siento con todo el apoyo y a gusto para trabajar”, expresó.
No obstante al tocar la posibilidad de regresar a su país, el volante dice que hoy volver a Argentina sería “volver a empezar de cero y una apuesta muy grande, pero esto es fútbol y uno tiene que rendir cada año una prueba distinta; yo tengo que seguir respondiendo a mi club”.
Y sucede que a Morales se le acaba su contrato a fines de esta temporada. ¿Se trata de un año realmente clave? Para él de hecho lo es. “Más allá de que conozco al club y ellos me conocen a mí, es clave por lo que pasó el anterior más que nada. Fue un año en el que me lesioné y este 2012 tengo que volver a demostrar que quiero seguir afianzándome en la liga y en el club”, sentenció Javi con ambición.
Proyecto futbolístico, “una cuestión de culturas”
El equipo de Real Salt Lake, campeón de la Copa MLS 2009 y que alcanzó la última final de la Concachampions dirigido por Jason Kreis, tuvo una evolución paulatina, trabajando sobre una misma base de jugadores por años y sobre todo teniendo mucha paciencia, lo cual es difícil de encontrar por el fútbol argentino.
“Hoy los tiempos en Argentina son otros. En Real hicieron una apuesta muy grande y creo que es una cuestión de culturas. Hoy en Argentina un técnico pierde dos partidos [de pretemporada] de verano y lo echan, entonces no hay tiempo para ese proyecto”, sostiene Javier Morales.
Aunque no mete a todos a la misma bolsa (“quizá en equipos que ya tienen una infraestructura, como Vélez, Lanús y Estudiantes (La Plata) se ve el fruto”), el volante monarca concluye en que “muchos no pueden [construir un proyecto] porque la presión de la gente no deja trabajar ni a los técnicos ni a los jugadores”.